EL LIBRO
Ayer leí un artículo que me encantó, os transcribo algunos párrafos...
( ) El libro, como bien común del hombre universal e instrumento inigualable para la participación activa de cada uno en la vida del espíritu, resulta, hoy como ayer, del todo irremplazable porque cada libro es una nueva esperanza. ( )
La amenaza mayor del libro proviene más bien de las actitudes y del estilo de vida actual que privilegian la simple información, con lo que la lectura se ha vuelto frenética y sesgada, de titulares y datos más que de fondo, como expresión de una necesidad enfermiza de información a modo de una nueva droga.
Lo propio de lo escrito es ordenarse, tanto en el espacio como e el tiempo, para entregarse luego, página por página y párrafo por párrafo, a la mirada del investigador, del estudioso o del simplemente curioso del saber. Por eso se presta tanto la lectura a la lentitud del ensueño como a la impaciencia del capricho o a la profundidad de la meditación. ( )
Por todo ello, yo te saludo, libro, expresión tangible de lo mejor del espíritu creador de los hombres. Alarde de la imaginación tanto del autor como del lector, el libro es compendio del conocimiento: del autor ensoñador de vivencias, del científico innovador audaz o comunicador de conocimientos recreados; así como del lector de ojos fascinados, con mente abierta y con la adhesión de un corazón tantas veces exaltado.
El libro es incluso conquistador en busca de lector, hasta lograr penetrar en el baluarte de su corazón y de su mente, para desde allí extender su influencia hacia las muchedumbres gracias al diálogo y al debate ( )
El libro es lenguaje, es decir, pensamiento de su creador, de su autor. Por ello es un error imperdonable llamar objeto al libro, que está ahí, disponible siempre, calladamente discreto, vistoso y atractivo, cada vez más (incluso sensual a veces), con su olor a papel y tintas. ( )
Reflexiones sobre el libro: esperanza de futuro
Ricardo Díez Hochleitner
EL PAÍS, lunes 9 de mayo de 2005.
( ) El libro, como bien común del hombre universal e instrumento inigualable para la participación activa de cada uno en la vida del espíritu, resulta, hoy como ayer, del todo irremplazable porque cada libro es una nueva esperanza. ( )
La amenaza mayor del libro proviene más bien de las actitudes y del estilo de vida actual que privilegian la simple información, con lo que la lectura se ha vuelto frenética y sesgada, de titulares y datos más que de fondo, como expresión de una necesidad enfermiza de información a modo de una nueva droga.
Lo propio de lo escrito es ordenarse, tanto en el espacio como e el tiempo, para entregarse luego, página por página y párrafo por párrafo, a la mirada del investigador, del estudioso o del simplemente curioso del saber. Por eso se presta tanto la lectura a la lentitud del ensueño como a la impaciencia del capricho o a la profundidad de la meditación. ( )
Por todo ello, yo te saludo, libro, expresión tangible de lo mejor del espíritu creador de los hombres. Alarde de la imaginación tanto del autor como del lector, el libro es compendio del conocimiento: del autor ensoñador de vivencias, del científico innovador audaz o comunicador de conocimientos recreados; así como del lector de ojos fascinados, con mente abierta y con la adhesión de un corazón tantas veces exaltado.
El libro es incluso conquistador en busca de lector, hasta lograr penetrar en el baluarte de su corazón y de su mente, para desde allí extender su influencia hacia las muchedumbres gracias al diálogo y al debate ( )
El libro es lenguaje, es decir, pensamiento de su creador, de su autor. Por ello es un error imperdonable llamar objeto al libro, que está ahí, disponible siempre, calladamente discreto, vistoso y atractivo, cada vez más (incluso sensual a veces), con su olor a papel y tintas. ( )
Reflexiones sobre el libro: esperanza de futuro
Ricardo Díez Hochleitner
EL PAÍS, lunes 9 de mayo de 2005.
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Sandra -